En el campo de la arquitectura, este compromiso se encaró así; la aparición del vidrio y del hierro, permitió a Paxton, ser la punta del ovillo que desarrollará posteriormente la arquitectura moderna hacia la contemporaneidad, con la construcción del Crystal Pallace para la feria internacional de 1851 en Londres. Al existir un nuevo material además que pueda ser pre-fabricado y por ello transportado en grandes cantidades y con rapidez para su instalación in situ (la “novedad” del material no es un aporte del siglo XIX, la antigua Roma ya conocía el hormigón), las “necesidades” plásticas, iban a cambiar indudablemente, solo era cuestión de tiempo para que los arquitectos encuentren un dialogo estético entre forma y material.
En el campo de la pintura, el tema arroja una interrogante al presentarse un aparente “enemigo” que pueda sustituir una tradición de carácter utilitario, por lo menos considerado así, hasta ese momento. Esa aparente amenaza será la fotografía.
La pintura como obra de arte será entonces un arte incompleto y por lo tanto, tenderá a desaparecer. Las soluciones que se presentarán para ello son dos: por una parte se afirmará que el arte es una actividad espiritual que no puede ser sustituida por un medio mecánico, por lo que la pintura se planteará como poesía o literatura figurativa, un concepto propio de los simbolistas. Y por otra, se reconocerá que el problema es un problema de visión que solo se puede resolver definiendo con claridad la diferencia entre los tipos y las funciones de la imagen pictórica y de la imagen fotográfica, planteando así la pintura liberada ya de su función tradicional de “reproducir la verdad” (Platón no lo hubiera tomado nada bien) como pintura “pura”, es decir que mediante los procedimientos pictóricos, se obtienen valores inalcanzables por otros medios. El argumento de los impresionistas se sitúa aquí, en esta segunda solución.
Simbolismo. Puvis de Chavannes. Muchachas a orillas del mar (1879)

El impresionismo tiende a competir, en este momento, con la fotografía porque ambos están estrechamente ligados a la divulgación social, así como también tienen en común, la instantaneidad (la búsqueda de los impresionistas era captar rápidamente la imagen percibida a cierta hora del día, mediante rápidos trazos de “manchado” y teorías sobre el color de las cosas).
Pintores como Toulouse y Degas, se sirvieron de alguna manera de las fotografías para completar sus cuadros, advirtieron en ellas estas manchas que revolucionaron en el siglo XIX, rechazando implacablemente, el trabajo del academicismo de los pintores realistas.
“En este sentido, es justo afirmar que la fotografía contribuyó a aumentar el interés de los pintores por el espectáculo social.”
Degas. L'absinthe. Detalle (1876) / Toulouse - Lautrec. La danse au Moulin Rouge (1989 - 1990)
En cuanto a la fotografía artística de fines del siglo XIX, podría decirse que daba esa impresión de ser primitiva e incapaz de encontrarse así misma, así como lo era la arquitectura de los ingenieros, ya citada con Paxton, cuando decidió utilizar hierro, vidrio y cemento con una “moda arquitectónica” del pasado que no tenía nada que ver con la novedad del material.

Detalle de la cúpula e interior de la Galería Lafayette en París (1893)

May Prinsep retratada como Beatrice Cenci por la fotógrafa Julia Margaret Cameron (1870)
“Y así como solo se llegará a una autentica arquitectura estructuralista cuando los arquitectos se liberen de la vergüenza de creer que su técnica no es artística, igualmente la fotografía de alto nivel estético solo se logrará cuando los fotógrafos dejen de avergonzarse de ser fotógrafos y no pintores, dejen de necesitar la pintura para convertir en artística la fotografía y busquen el origen del valor estético en la estructura intrínseca de su propia técnica.”
- Texto extraído y adaptado de: ARGAN, Giulio Carlo, El arte moderno. Del iluminismo a los movimientos contemporáneos, La realidad y la conciencia; La fotografía, Akal, SA., 2º Edición, Madrid, 1998 (1991), pp. 71 - 75
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